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Sueños de libertad: Un día en el Centro de Detenidos de San Martín

Diario 7 Lagos tuvo acceso al Centro de Detenidos de San Martín de los Andes, donde pudo conversar con los reclusos que cumplen su condena por diferentes tipos de delito. Se trata de uno de los pocos Centros de Detención donde los internados se capacitan y realizan oficios.

 

La Unidad de Detención de San Martín de los Andes, está ubicada en el barrio El Arenal, justo al lado de la Comisaría Nº 43. Hace un año y medio -aproximadamente- comenzó a funcionar como Centro de Alojamiento de Detenidos, dependiente del servicio penitenciario de la Policía de la provincia de Neuquén.  Los detenidos están desde hace más tiempo, pero la diferencia es que este establecimiento comenzó a funcionar de una manera diferente, en algún sentido, debido a su cambio de jerarquía.

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La cárcel alberga alrededor de 20 detenidos, con un pabellón destinado para aquellos que cometieron delitos contra la integridad sexual o violencia de género, y otro pabellón donde se alojan los que cometieron delitos por robo, homicidio y estafa. Fueron los de este último pabellón los que se mostraron más accesibles para conversar; si bien ambos pabellones están conectados, y pueden compartir todos el mismo espacio.

 

“Acá adentro tenés tiempo para pensar, pero para que sirva, hay que pensar en lo que uno hizo, en los líos que uno armó para que te metan acá adentro, lejos de tu familia y de lo que querés. Yo antes pensaba en mi, no me importaban lo demás. Hoy en día en lo que más pienso es en mi familia, pienso en todo el daño que hice y en todo lo que perdí”, comenzó uno de los internos. El mismo, con tres años de condena cumplidos, agregó “también pienso en que tenemos un changui por delante, todavía nos queda la oportunidad después de la larga espera encerrado, para hacer las cosas bien de una vez, y dejar de pensar mí, y pensar en la gente que me importa de verdad. Yo extraño a mis dos hijas y a mi señora, también a mis viejos que ya están grandes”.

La charla tuvo lugar durante el espacio dedicado a uno de los talleres de reflexión y meditación que lleva adelante Noelia Machiarullo, a cargo de la Delegación del Arenal. Pensado como un lugar de reflexión y motivación, este taller tiene lugar una vez por semana, y es una de las actividades que se han sumado durante el presente año, junto con otros talleres de capacitación, clases para terminar el secundario y elaboración de artesanías. “Acá adentro estoy haciendo la secundaria, eso es una suerte y me ayuda mucho. Antes de entrar acá solo había hecho la primaria nada más. Para estudiar nos hacemos el aguante entre todos, yo quiero aprender y tener más herramientas para cuando salga”, explicó otro de los alojados.

 

Todos coincidieron en lo mismo, lo difícil que es estar lejos de la familia, y de que esta “pone la cara” por los delitos que cometieron. “Nosotros nos tenemos que levantar todos los días con la convicción de que queremos ser mejores, queremos empezar de nuevo y hacer las cosas bien, no nos queda otra, lo tenemos que hacer por nuestras familias, porque son las que pagan por nuestras malas decisiones”.

Antes miraban la pared, contaron los entrevistados, hasta que empezaron a participar de estas actividades, primero con Noelia y los encuentros de meditación, y luego los talleres de electricidad, de tejido, cerámica y murga. “Estas cosas nos cambiaron, empezamos a conseguir las cosas para estar más ocupados, pintamos las paredes, nos pusimos de acuerdo en mantener ordenado y limpio el lugar”, agregaron.

 

Consultados acerca de los recursos con los que cuentan, los internos respondieron al unísono “el Estado no nos paga, no tenemos nada, muchas veces estamos atentos a los que nos trae la familia para comer y lo compartimos, la colaboración del Pastor”. Sin embargo, resaltaron que a veces lo más importante no es lo material, sino que “el alimento para el alma es recibir visitas, sentir que le importamos a alguien”.  

 

Las historias relatadas fueron muchas, y en todas se coincidió en “sacar de una vez por todas el peor capítulo; acá tenemos que abandonar todas las cosas malas, la droga, la violencia y el enojo”. Los caminos para llegar a esto fueron varios, entre los que se cuentan las actividades recreativas, e incluso la visita de un Pastor -Federico Sabaleta-, para introducirlos en la lectura de la Biblia. “Los jefes de acá le dejaron traer una pileta y nos bautizamos todos en la pileta; todos creemos en algo, pero lo más importante fue empezar a creer en nosotros mismos”.