Es habitual hablar del amor y la conexión como pilares fundamentales en la crianza, pero pocas veces se reconoce que estos elementos también tienen una base científica que impacta directamente en el desarrollo del bebé. El apego seguro, esa conexión profunda entre el niño y sus cuidadores, no solo es esencial para su bienestar emocional, sino que también se manifiesta en beneficios tangibles para la salud física y mental a lo largo de toda la vida.
El apego seguro: un vínculo que protege la salud desde el inicio
En esta oportunida, la Doula y Puericultora, Lali Zurzolo, habla de la importancia del apego seguro y cómo el mismo protege la salud.
Como puericultora, he visto cómo este vínculo comienza incluso antes del nacimiento y se fortalece con cada interacción amorosa y respetuosa entre las familias y sus hijos.
Cada etapa presenta oportunidades para “construir” la confianza y la seguridad. El impacto de un apego seguro va más allá de lo inmediato: es un recurso que acompaña a las personas en su desarrollo, permitiéndoles enfrentar el mundo con resiliencia y tranquilidad.
¿Qué nos dice la evidencia sobre este fenómeno tan humano y a la vez tan trascendental?
El psiquiatra británico John Bowlby, precursor de la teoría del apego, definió este vínculo como una conexión emocional profunda entre el bebé y sus cuidadores, diseñada evolutivamente para garantizar la supervivencia. Según sus investigaciones, un apego seguro permite al bebé explorar el mundo con confianza, sabiendo que siempre contará con una base segura a la que regresar.
Además, investigaciones publicadas en The Journal of Perinatal Psychology indican que la conexión prenatal con los bebés en la panza reduce el estrés materno, mejora los resultados perinatales y favorece una transición más suave al posparto y el puerperio.
También nos dice que, durante el embarazo y el parto, la oxitocina, conocida como la “hormona del amor y de la calma” juega un papel crucial en este vínculo. Liberada en grandes cantidades durante el parto y la lactancia, refuerza el comportamiento protector y afectuoso de la madre, creando un entorno emocional propicio para el apego seguro. Promover un parto respetado y una lactancia a libre demanda son formas de favorecer este proceso natural.
El apego en la primera infancia: más allá del contacto físico
El vínculo se profundiza durante los primeros meses de vida y las acciones cotidianas son clave para reforzarlo. Como menciona el pediatra Carlos González en su obra Bésame mucho, responder al llanto de un bebé no lo malcría, sino que le confirma que está en un entorno seguro donde sus necesidades serán satisfechas. Según González, atender rápidamente a un bebé en sus primeros años les enseña que el mundo es un lugar confiable, sentando las bases de su confianza y autonomía.
El contacto piel a piel, especialmente en las primeras semanas, es una herramienta poderosa para este fin. Además de regular las funciones fisiológicas del bebé, como la temperatura y la frecuencia cardíaca, el contacto físico constante transmite seguridad y amor, factores esenciales para el desarrollo de un apego seguro. Al mismo tiempo, establecer rutinas predecibles y ofrecer atención constante ayuda a construir una base emocional sólida en el niño.
Impacto en la salud mental y física
Investigaciones a largo plazo, como el Minnesota Longitudinal Study of Risk and Adaptation, muestran que las personas que desarrollaron un apego seguro en su infancia tienen menores tasas de trastornos de ansiedad, depresión y estrés postraumático en la adultez. Además, presentan mejores habilidades sociales y de resolución de conflictos.
Desde una perspectiva física, el apego seguro también está relacionado con una mejor regulación hormonal. Los niveles más bajos de cortisol, la hormona del estrés, observados en niños con apego seguro, indican una mayor capacidad para manejar situaciones estresantes. El neurocientífico Allan Schore destaca que estas experiencias tempranas de co-regulación con los cuidadores fortalecen las estructuras cerebrales responsables del control emocional y la resiliencia.
Como puericultora es importante recordar a las familias que el apego seguro no es el resultado de una perfección constante, sino de una disponibilidad afectiva diaria. Cargar al bebé en brazos, practicar la lactancia a demanda, responder al llanto y fomentar una comunicación abierta son prácticas simples pero poderosas. El apego seguro se construye a lo largo del tiempo, no a través de gestos aislados, sino mediante una serie de interacciones consistentes que reflejan amor y respeto.
La infancia es una etapa crucial para fortalecer este vínculo, y el acompañamiento respetuoso puede marcar la diferencia. Como dijo John Bowlby, “El apego temprano deja una huella que marca profundamente el desarrollo de la personalidad”.